Por Santiago Cirugeda, Recetas Urbanas_@santicirugeda
El concepto de alegalidad define aquellas estrategias de ocupación en las que se pone en práctica un modo no regulado ni prohibido de adquisición de la propiedad de “ciertas cosas que no tienen dueño”. A diferencia de las ocupaciones legales (ajustadas a modos prescritos por ley y conforme a ella) y las ilegales (en contra de la ley) las alegales toman ventaja de la existencia de ámbitos donde la regulación es aún confusa o incluso ausente. Los enunciados jurídicos a menudo simplifican o limitan los derechos porque no son capaces de recoger la riqueza, polivalencia y versatilidad de la realidad de las formas de vida. La alegalidad no se opone a la ley sino que se adelanta a ella, exponiendo posibilidades que aún no han sido contempladas. En ocasiones esta forma de proceder ha traído consigo la transformación de la definición legal de un enclave específico, de modo que lo que inicialmente no es legal llega a serlo. Este proceso también llamado “legalidad inducida” ilustra con claridad el propósito último de las transgresiones: llegar a modificar la ley.
Arquitectura legal
Son proyectos desarrollados cuando la demanda o la necesidad de un grupo de ciudadanos, o de la ciudadanía en general, puede solucionarse dentro del marco definido por la legalidad o del periodo de tiempo que marca la administración. Hemos proyectado igualmente este tipo de arquitectura al “inducir” una legalidad. Modificando una ley o un reglamento, incluso la actitud de los políticos que miran con mayor amplitud la legislación, aunque esta arbitrariedad política puede ser cambiante y ponerse en contra, incluso con la legalidad de la mano, como fue el caso del rehabilitación y ampliación de la prótesis de Benicasim. El proyecto consistiendo en un espacio multidisciplinar estaba destinado a albergar diferentes actividades culturales. Nacido con la voluntad de convertirse en una sede disponible para aquellas personas o colectivos que no disponen de los recursos necesarios, incorporando nuevos espacios para la formación y la producción, incluyendo dos residencias para creadores invitados. Desarrollado dentro del marco de la legalidad se ha visto censurado y cerrado por cambio de partido de gobierno una vez finalizada su ejecución.
Arquitectura alegal
Son proyectos que utilizan para desarrollarse un vacío legal, una ausencia de reglamento o la falta de definición exacta dentro de un marco jurídico. Puede incentivar el cambio legal para su posterior legalidad y la creación de un mejor soporte jurídico, o servir como situación transitoria.
También hemos asumido la alegalidad cuando no hemos incitado o exigido de la administración la supervisión de algún proyecto ejecutado. El ejemplo aquí detallado de la intervención en un edificio de aularios de la Facultad de Bellas Artes de Málaga, evidencia la vocación del programa docente de la entonces nueva facultad, que incorpora una concepción del arte contemporáneo contaminada por otras disciplinas. Pero lo más importante de la experiencia no es la trinchera en sí, ni los usos concretos que pueda albergar, sino la posibilidad de formar a ciudadanos capaces de organizarse y pensar por sí mismos.
De la misma manera, la creación en 2007 de la Red “Arquitecturas Colectivas” donde más de 100 colectivos colaboran y se organizan como herramienta de cambio en modelos arquitectónicos y de gestión, se decide no tener forma jurídica y ser “alegal” por no asumir un comportamiento dentro de un marco reglamentario.
El ejercicio de autoconstrucción con todo tipo de personas durante estos 20 años, ha venido marcado por la alegalidad por falta de una legislación nacional o europea, también conocido como “primer mundo”, pero ha generado una metodología y buenas prácticas que podrían consolidarse en un nuevo marco jurídico.
Arquitectura ilegal
Son proyectos que asumen directamente la ilegalidad por no estar contemplados dentro de la ley ciertas necesidades o cambios demandados por comunidades o grupos humanos.
Puede considerarse un acto de desobediencia civil o simplemente una solución de emergencia frente a una necesidad que no puede esperar a los tiempos de la administración o el cambio legal. Pone en juego la estabilidad o mejora de un grupo de usuarios.
El caso claro de desobediencia civil es la auto-denuncia por la construcción de una vivienda ilegal en la azotea, con el fin de llamar la atención y proponer un sistema de vivienda compartida intergeneracional, para los planes Urban Europeos para la mejora de barrios.
Otro ejemplo es la ilegalidad que se asume durante dos años, con riesgos civiles y penales, por parte de Recetas Urbanas y del equipo docente de la Escuela Pública de diseño de Madrid, ante la falta de espacio y del apoyo público para la solución del problema.
Santiago Cirugeda (1971 Sevilla, España) es un arquitecto atípico que desde el inicio de su carrera ha puesto en práctica sus ideas directamente sobre el terreno. A lo largo de los últimos veinte años, ha desarrollado un método de trabajo basado en la observación y en el análisis de la ciudad, al objeto de afrontar las carencias urbanísticas que en ella detecta. Entendiendo la arquitectura como una disciplina que debe velar por la mejora de las condiciones sociales, plantea un modelo de ciudad autogestionada donde los ciudadanos puedan decidir sobre su entorno inmediato.
Empezó su carrera profesional en solitario en el ámbito de la realidad urbana, antes de titularse, abordando temas como la arquitectura efímera, el reciclaje, la reutilización de materiales, las estrategias de ocupación e intervención urbana, la incorporación de prótesis a edificios construidos o la participación ciudadana en los procesos de toma de decisión sobre asuntos urbanísticos. Siete años más tarde, creó el estudio Recetas Urbanas (2003) y presentó el libro Situaciones Urbanas (Ed. Tenov 2007), que muestra estrategias legales y demandas sociales, a través de proyectos arquitectónicos. Junto con Guillermo Cruz, dirigió el documental Spanish Dr€am (2008) el cual desvela las causas y efectos de la burbuja inmobiliaria en España. El libro Arquitecturas Colectivas (2010) retrata su iniciativa consistiendo en movilizar a docenas de colectivos para reciclar contenedores provenientes de un asentamiento temporal desmantelado, convirtiéndoles en multitud de espacios auto-construidos y auto-gestionados distribuidos por todo el territorio español dando lugar a la red epónima.
Entre numerosos proyectos destacan Kuvas S.C. (1997 Sevilla), Casa Rompecabezas (2002 Sevilla), Prótesis Institucional ESPAI (2005 Castellón), Aula Abierta (2006 Granada), el Niu (2008 Girona), Proyectalab (2010 Benicasim), La Carpa – Espacio Artístico (2012 Sevilla) y el pabellón House of Words para la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Gotemburgo (2015).
Recibió los premios Ojo Crítico, Iniciarte, Naider “Sociedad, Ciudad y Territorio” (2008) así como el International Fellowship de la RIBA, la medalla FAD, el Global Award for Sustanaible Architecture (2015), el Ones Mediterrània (2016) y el Curry Stone Design Prize (2017).