Smart nació con la vocación de apoyar el crecimiento de uno de las economías prioritarias y con innumerables desafíos en el estado español y el marco europeo, la economía creativa.
Desde su puesta en marcha, aspiramos a acompañar al tejido profesional creativo en el desarrollo de proyectos y a fomentar la creación de puestos de trabajo en el sector: conforme a principios de igualdad, dignidad, protección social y compromiso con el entorno de proximidad.
Por nuestra vocación social y valores colaborativos, hemos mantenido siempre el firme convencimiento de ser una organización solidaria (sin ánimo de lucro) regida conforme a principios cooperativistas universales.
Smart surge tras una visita de sus socios fundadores promovida por CEPES Andalucía, gracias a la cual conocen el potencial de algunas iniciativas para la creación de empleo en el sector cooperativo de Bélgica, Italia y Francia. Entre ellas, el modelo Smart “Societé Mutuelle pour Artist” enfocada al ámbito artístico y creativo.
El contacto directo con los profesionales de ambos países y la visita a la realidad belga, facilitó que se acordara poner en marcha una evaluación de la posibilidad del modelo Smart a la realidad española. Tras dicha evaluación se acordó, en abril de 2013, la constitución de la “primera cooperativa de impulso empresarial española”, Smart IB. De hecho, la creación de esta forma jurídica innovadora en el contexto español, se inspiró en el modelo cooperativo Francés y Belga para su desarrollo normativo.
Actualmente, Smart somos una comunidad colaborativa con más de 3000 socios activos, pionera en la transformación de los ecosistemas de trabajo en el gremio de las artes, la creatividad y el entretenimiento. Somos parte de una red europea conectada con presencia en 9 países con el propósito de liderar la transición hacia un ecosistema profesional creativo sostenible: Making Europe Work!.
En cuanto a nuestra visión sobre las cooperativas de impulso empresarial, responden a una forma original de emprender en colectivo, aprender en comunidad y testar el proyecto a escala real.
En el actual panorama de empleo en España, este modelo presenta una alternativa a toda esa gente que tiene ideas, proyectos y valentía para ponerlos en marcha, pero que carece de carácter empresario.
Este modelo de gestión, lleva una implicación más fuerte en el acompañamiento del proyecto que cualquier otro modelo de emprendimiento tradicional. Es nuestro valor añadido: el acompañamiento y la capacitación a través de un itinerario integral. Además, ofrece al emprendedor una experiencia de trabajo en equipo que les permite centrarse en la ejecución del proyecto sin preocuparse de las restricciones contables, financieras, fiscales y sociales.
El hecho de que los socios de estructura también sean socios beneficiarios de la causa Smart, refleja la implicación de la comunidad Smart en el bien común: por un lado, en el crecimiento del ecosistema creativo; y por otro lado, el crecimiento, de nuestra organización democrática y solidaria. En definitiva, estamos en un círculo donde todos necesitan de todos al mismo nivel de importancia.
Nuestra filosofía está basada en el trabajo colaborativo: un modelo de gestión en el que todos comparten riesgos y beneficios; dinámico y flexible, profesionales participan en diferentes proyectos simultáneamente. Esta nueva visión del trabajo compartido conlleva sus pros y sus contras.
Por mencionar algunas de sus beneficios, el aprendizaje compartido configura una de las ventajas más atractivas; así como la capacidad de generar sinergias profesionales entre sus socios.
Haciendo referencia a nuestra metodología y proceso de trabajo. Normalmente, el socio inicia el itinerario con un proyecto humilde: una idea con potencial, pero carecen de capacitación o herramientas sobre cómo desarrollarla, comercializarla y aportarle visión de negocio y nichos de mercado a cubrir. El hecho de que las cargas administrativas, anteriormente mencionadas, sean tareas de la cooperativa significa un alivio para ellos y les permiten animarse a la aventura de emprender, palabra que suena bonita pero no es fácil.
Las cooperativas de impulso empresarial permiten dar al proyecto flexibilidad, dependiendo de sus características. Es una estructura que se adapta al proyecto, y le permite crecer de manera orgánica y fiable.
El asesor, es el acompañante del proyecto, quién le va a tutorizar, aportar visión y ayudar a consolidarlo. Los asesores trabajan en equipo, compartiendo conocimiento y experiencias, con el propósito de poder ofrecer una visión amplia de lo que ocurre en cada proyecto y aprender haciendo. Además, el hecho de que haya muchos proyectos en la misma estructura hace que los errores se compartan y solo se cometan una vez, por lo que la probabilidad de fracaso se reduce.
Este conocimiento compartido expande la visión de cada proyecto: permite que cada proyecto cuente con una visión extensa sobre prácticas actuales y se nutra de otras realidades; así como la posibilidad de establecer sinergias donde no se había planteado.
A diferencia de otros modelos tradicionales, hay que subrayar que este tipo de tutorización nace desde la práctica, lo cual hace más interesante el proyecto: va avanzando y cambiando constantemente con un nivel bajo de riesgo. Paralelamente se desarrolla el plan estratégico del proyecto y se procede a su testeo. El nivel práctico y adaptado a la realidad hace que el acompañamiento signifique ir un paso más allá. Casos prácticos
Por exponer un caso real: una socia trabaja por cuenta ajena con una empresa subcontratada por la administración para centros culturales. Sus condiciones son precarias, la empresa subcontratada, con el propósito de ganar la licitación, tira el precio a la baja y la necesidad de trabajo hace que se acepte estas condiciones. Aparece por la oficina de Smart para evaluar si sería posible desarrollar su actividad teniendo en cuenta su intermitencia y niveles de ingresos, pero renunciando a soportar sus condiciones laborales actuales y ritmos abusivos de trabajo. Ella es especialista en historia del arte y actividades culturales para personas mayores, pero no se veía empresaria, no quería montar su empresa, además de que el proyecto empezaba de cero, con 20 personas interesadas simplemente los martes dos horas.
En ese momento empezaba la aventura compartida, la asesora y la socia usuaria iniciaban un nuevo proyecto. El inicio fue plasmar en papel lo que se tenía, ver el inicio de lo que partía el proyecto.
Solo había 2 meses para lanzar el proyecto: Si no se hacía en ese plazo se perdería el potencial fuerte de inscripciones, porque se inscribirían en estos centros. Empezamos por realizar un presupuesto base: analizando los costes, impuestos, así como la retribución que debía conseguir. Esto nos dio el punto de partida para ir determinando la política de precios, el punto de viabilidad del proyecto, así como cuántos asistentes se necesitaban para mejorar sus condiciones.
“Con las 20 personas interesadas podríamos cubrir los costes del anticipo societario, pero…. ¿los gastos de la actividad?”.
Entonces, hablamos con otros socios que usaban espacios para la cesión de un espacio y hacer una actividad compartida. Uno de los socios que hacía actividades culturales para niños quedó con ella: compartieron el alquiler del espacio, además de comentarle a los padres de los niños la nueva actividad que se iba a realizar en ese espacio para los “abuelos” o personas un poco más mayores. En una semana empezaron a entrar ingresos de nueva gente que se estaba inscribiendo.
Escuchando al tipo de público al que iba dirigido, comprendimos que hacer transferencias cada mes para la actividad les resultaba algo complejo, así que cambiamos el presupuesto, política de pagos, y en cuestión de 5 días la inscripción se transformó a trimestral. Esto consiguió bajar el precio y estar más acorde a lo que se pretendía.
Tras dos meses de inicio de la actividad, se interesaron nuevos públicos. Este hecho supuso abrir nuevos grupos y clases. Además, surge la oportunidad de activar nuevos formatos, como quedadas culturales en Madrid los viernes guiados por la socia, líder de proyecto. Los ingresos comenzaron a aumentar y el proyecto comienza a consolidarse: ya cuenta con dos grupos de historia del arte y quedadas culturales. En el itinerario de crecimiento de proyectos, la líder de proyecto y socia ha conseguido diversificar su cartera de negocio, adaptándose a las necesidades del mercado de manera rápida y flexible. Este modelo se adapta a sus necesidades, puede hacerlo crecer con una inversión cero.
Al cerrar el tercer trimestre y acabar la actividad del proyecto, la socia comienza a preparar el nuevo curso y a centrarse en el desarrollo del negocio. La asesora se sienta con el socio (líder de proyecto), analizan los resultados alcanzados, ciclo de vida del proyecto …y ese pequeño inicio de plan de negocio empieza crecer: objetivos, recursos.
Una actividad que se inició para ser solo los martes durante 2 horas se ha convertido, en cuestión de 9 meses, en una actividad continuada a tiempo parcial. Un proyecto puntual ha evolucionado para convertirse en un proyecto permanente y un puesto de trabajo creado, un oficio. Ha llegado el momento de crecer y contar con más socios colaboradores para atender la demanda que se ha generado: se expande la red de espacios (centros de día, escuelas, universidades…), se aumenta las inversiones en materiales y aparecen nuestras oportunidades de generar sinergias.
Otro posible caso que muestra nuestro “modus operandi” y filosofía de trabajo: Varios socios solicitan a través de Smart Ibérica una subvención para una residencia artística en colegios de la comunidad de Madrid.
Hasta el momento, su proyecto se limitaba a las pequeñas contrataciones que conseguían como artistas. La mayoría en el extranjero. Al pasar 4 meses del inicio de su aventura, se analiza todo lo sucedido y el gran potencial de su proyecto. Se les ayuda para presentar una subvención para la activación de residencias artísticas y poder enseñar lo que saben.
La subvención es concedida para 3 años por un importe de 60.000 euros. Se va haciendo un seguimiento por parte de Smart para sacar el máximo partido a los recursos, además de ir analizando cómo se está desarrollando ese presupuesto inicial, cómo se va convirtiendo y, tras ensayo y error, adaptando a lo que pasa al día a día. Pasados los 3 años, el proyecto ha transformado su vida profesional capacitándolo hacia un puesto de trabajo estable. Además, han aumentado el equipo de trabajo porque hay más de 5 colegios interesados en implantar este programa artístico que combina clases con actuaciones. Su oferta propone una manera transversal de entender las extraescolares, implicando a todos los alumnos de todos los cursos a versionar una ópera: los niños son los managers, los productores, los artistas. Entran en contacto con la gestión cultural.
El crecimiento de este proyecto nace como resultado del valor aportado por Smart: gracias a su capacidad de acompañamiento, formación ofrecida a los socios, y la comunidad de socios que han querido participar. El despreocuparse de gestionar 60.000 euros que se ingresaron de golpe para tres años, le ha permitido al líder de proyecto una gestión impoluta, porque esta gestión ha venido por el asesor, el departamento jurídico, el departamento financiero, y ellos sólo se han dedicado a crear y ejecutar la actividad.
Además, el hecho de contar con colaboradores socios les ha permitido seguir con sus actuaciones por el extranjero, sobre todo en verano que se interrumpe la actividad del proyecto.
El crecimiento de estos dos proyectos son un claro resultado de la suma de esfuerzos y el trabajo en equipo realizado entre el socio, como líder de proyecto y el apoyo del equipo asesor de Smart. Uno de nuestros lemas que resume esto es “Con Smart, los proyectos crecen”.
“El socio propone, nosotros le apoyamos, juntos lo logramos”. Esta es nuestra razón de ser.